By Erwin Alexander Espinoza Torrez.
Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
Filipenses 3: 13-14.
Antes de iniciar veamos un ejemplo que tenemos más claro:
Es un deportista el cual invirtió muchos años de su vida capacitándose, entrenando, cuidando su estilo de vida; todo ese esfuerzo diario era motivado con el objetivo de lograr ganar una medalla olímpica en un campeonato.
Podemos deducir que existe la posiblidad del fracaso, incluso antes de lograrlo; Pero su esperanza es que su perseverancia será premiada algún día.
La felicidad que lo embarga el día de la premiación es inmensa.
La vía hacia la meta está llena de obstáculos, de caídas, derrotas y fracasos que hacen que nuestras fuerzas se debiliten, nuestras ideas se bloqueen y nuestro deseo de éxito disminuye, incluso puede hacernos desistir.
Ante todas estas cosas nos sentimos agotados, desanimados y sin fuerzas para continuar; pero, así como Elías se debilito, se desanimó y quiso abandonar la carrera, aún así, Dios lo levantó, lo alimentó y lo animó a continuar el camino.
Hoy también nosotros en este momento recibimos del Señor aliento y fortaleza para seguir avanzando.
No importa los tropiezos y caídas, sufrimientos, derrotas obtenidas, nada puede hacer que te desenfoques, no pierdas el objetivo.
Un Ejemplo claro de esto es el Apóstol Pablo. Él tenía claro hacia dónde iba, cuál era su meta y se mantenía enfocado en el propósito,
mantente enfocado en Cristo y en el propósito con el cual te escogió y avanza si pensar en las derrotas, caídas, rechazos y sufrimientos pasados, para que Dios te lleve a la meta como un vencedor.
Las adversidades son parte de nuestros caminos. Ante ella hay diversas reacciones: enfrentarla, negarla, huir de ella, etc. Se requiere aquí una profunda decisión de no volver atrás, si queremos lograr o alcanzar algo significativo, pues las cosas sin valor no requieren ningún esfuerzo, ni presentan dificultades.
Dios te sustenta, te alimenta y te fortalece para que sigas avanzando no para que estés durmiendo, el camino que te resta transitar es largo, Dios te escogió con un propósito específico, levántate fija tu mirada en el objetivo y camina hacia la meta final.
Dios te bendiga
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